Relaciones Internacionales
- Posted by danielrubioserrano
- On septiembre 9, 2015
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Hoy, en mitad de una reunión de trabajo, casi por casualidad, me he acordado que durante mucho tiempo yo quise estudiar Relaciones Internacionales.
Una de las últimas asignaturas que cursé durante mi Licenciatura se llamaba “Historia del mundo actual” y, básicamente, trataba sobre las diferentes estructuras políticas, sociales y culturales que, tras la II Guerra Mundial, se desarrollaron hasta conformar nuestro futuro más inmediato.
Lo cierto es que sí traté de ingresar en un Master de Relaciones Internacionales, uno de los más prestigiosos el país, ofertado por la Universidad Autónoma de Madrid, por aquel entonces bajo la batuta del Profesor Carlos Taibo, a quien yo, por aquel entonces, reverenciaba de un modo casi mesiánico.
Al final, sorpresas te da la vida, terminé matriculándome en un Master en Relaciones Públicas –ya que no eran internacionales, al menos que fuera públicas, debí pensar- y, qué cosas, haciendo un beca en la Cámara de Comercio que incluía un periodo de formación en –ironías del destino- el Campus de Cantoblanco de la Universidad Autónoma, marco de una de las épocas más brillantes de mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional.
En realidad, terminé cambiando a Taibo por David Ogilvy o Lluis Bassat. Esto no es ni bueno ni malo, la vida es demasiado corta como para centrarse en un solo interés. Bien es verdad que mi profesión se ramifica hasta interesarme por tendencias de todo tipo, pero cuya base incuestionable es el conocimiento sociológico que mis estudios me dieron sobre la cultura popular de masas. Que estructurar una gráfica o detectar colores que empiezan a despuntar en la diseño se debe a que me he pelado los codos analizando portadas de Time para las prácticas de Historia Contemporánea. Que si escribo guiones para videos, es, en parte, porque hice un trabajo somero y científico estableciendo paralelismos políticos entre la primera Presidencia de Bush Junior y la desubicación de lo que entonces llamábamos generación Y con los argumentos de las series más populares del momento, como Perdidos o A Dos Metros Bajo Tierra.
La vida se basa en referencias, hasta desde una percepción filosófica, o casi biológica, desde el momento en que aprendes a comer viendo cómo manejan tus padres los cubiertos. Es por eso que, a veces, como sucede con wikipedia, una referencia lleva a otra, y creces no tanto por donde puedes, sino por donde el sol brilla con más fuerza.
Sea como fuere, y aunque estaría mucho mejor formarme en temas de video, dándome caña en diseño web –por cierto, a quien le interese, el Ministerio de Educación tiene unos cursos llamados Aula Mentor que tienen un contenido muy potente- o incluso haciendo la típica formación en Photoshop que tienen todos mis colegas publicistas que si estudiaron en Facultades de Comunicación, al final he decidido que no sería tan mala idea recibir un curso de Relaciones Internacionales.
El problema es que me puesto a buscarlo con la impaciencia de un hambriento ante una pastelería y, he descubierto que la UNED imparte cursos de materias tan variopintas como la alquimia –si, alquimia, como en Hogwarts-, la webnografía, el diseño de robots de competición, resolución de conflictos, televisión en la Italia actual –patria de Telecinco, no lo olvidemos-, ecofeminismo, estimulación temprana (¿?), hipnosis clínica, investigación de incendios, la poesía de Catulo y Horacio o Neuropsicologia.
Creo que, con toda probabilidad, terminaré apuntándome a un curso de iniciación a la Bolsa.
Y será emocionante.
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